lunes, 4 de febrero de 2008

Comunión y devoción eucarística


Acabo de leer la siguiente noticia:

"Recibir Comunión en la mano debilita devoción frente al Santísimo, dice autoridad vaticana. El Arzobispo Albert Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, subrayó que al recibir la Comunión en la mano se produce "un creciente debilitamiento de una conducta devota frente al Santísimo". En su opinión la Iglesia debería reconsiderar el permiso para recibirla de esta forma".

Según la misma noticia, el citado arzobispo no ha hablado como Secretario de la Congregaci´n para el Culto y los Sacramentos, sino que ha expuesto estas opiniones personales suyas, tan discutibles como las mías, en el prólogo de un libro editado en enero por la Librería Vaticana. Por supuesto que son opiniones que merecen todos los respetos, pero yo no las comparto, porque me parece, en primer lugar, que, si es verdad lo que dice, tanto él como yo, y todos los diáconos, sacerdotes, obispos, e incluso el Papa, por el hecho de tocar con nuestras manos a diario el cuerpo de Cristo antes de llevarlo a la boca, estaríamos incurriendo en un "creciente debilitamiento de una conducta devota frente al Santísimo", lo cual me parece sencillamente absurdo.

En segundo lugar, según ese razonamiento, lo que monseñor está diciendo es que los que comulgan en la boca tienen una devoción más robusta ante el Santísimo que los que lohacen con la mano. A mí eso me parece un desprecio a la conciencia de los creyentes, aparte de no tener en cuenta que lo que "contamina al hombre" no depende de la mano o de la boca, sino de lo que sale del corazón, como muy bien dice Jesucristo en el Evangelio. Por eso, uno que comulga en la mano lo puede estar haciendo con una devoción inmensamente mayor que otro que comulgue en la boca, y viceversa.

En tercer lugar, Mons. Ranjit dice que la práctica de la comunión en la mano fue "introducida de manera abusiva y precipitada en algunos ámbitos". Tampoco me parece un argumento razonable. Es cierto que en algunas diócesis y países hubo fieles que se adelantaron a comulgar en la mano antes de que la Iglesia lo autorizara; pero aquello pasó. La Iglesia permitió que los obispos lo autorizaran si lo veían conveniente, y la mayoría de ellos así lo hicieron. De ese modo, con la autoridad de la Iglesia, la comunión en la mano se permite hoy prácticamente en todo el mundo.

En cuarto lugar, por ese camino de retroceso que propone Monseñor, sólo conseguiríamos volver a aquellos escrúpulos que nos inculcaban de niños, cuando casi casi se nos amenazaba con el infierno si tocábamos la hostia consagrada con los dientes. ¡Qué privilegio tendrá la lengua, que no tienen las manos o los dientes!

En quinto lugar, yo no me imagino a Jesucristo diciendo a sus apóstoles: "Tomad y comed", mientras les ponía el trozo de pan en la boca. Eso lo hacen las mamás con sus bebés, o las enfermeras con los enfermos imposibilitados, pero no es práctica común entre los humanos en condiciones normales.

Sabemos, por último, que los cristianos de los primeros siglos no solamente tocaban con sus manos el cuerpo de Cristo, sino que lo conservaban en sus casas para los enfermos y para ellos mismos. ¿Será que le tenían muy poco respeto al Santísimo cuerpo de Cristo por esa práctica que monseñor considera debilitadora de la devoción?

Ya sé que este es un tema inacabable que se presta mucho a la polémica, pero yo pienso que a la Iglesia no le vendría mal ser mucho más conservadora de lo que es, pasando de las innovaciones medievales de la "Cristiandad" a las prácticas y costumbres mucho más antiguas de los primeros creyentes, aquellos que, como nosotros en nuestro tiempo, vivían acosados e incluso perseguidos en un mundo hostil y no perdían el tiempo en discusiones bizantinas e inútiles como esta. Porque de lo que se trata es de vivir el Evangelio a fondo y con todas las consecuencias. Hay todo un mundo ahí fuera que nos observa, y tiene hambre y sed de Cristo. De ese Cristo que se nos ofrece humildemente bajo la apariencia de pan y de vino, en ese misterio eucarístico que hacía exclamar a Francisco: "Mirad, hermanos, la humildad de Dios, y derramad ante él vuestro corazón". Eso es lo que necesita el mundo de hoy: contemplar gustar la humildad de Dios, y no tantas normas absurdas y restrictivas que lo alejan de él.

Con todos mis respetos y disculpas para quienes piensan de otro modo.

3 comentarios:

Georgina dijo...

Fray Tomas Galvez Campos, creador de este blog, fallecio Agosto 13, 2008.

Descanse en paz.

Dra. Lz dijo...

Acabo de leer q el creador de este blog falleció, asi q escribo para los q llegan tarde como yo, No es lo mismo q toque al Santísimo el sacerdote q otro mortal, puesto q sus manos son consagrados, o es q acaso yo com laica puedo repetir las palabras de la consagración sobre una hostia y esta se va a convertir en el cuerpo de Cristo?.. No es lo mismo tocar la sagrada Eucaristía con la lengua q masticarla, acaso no es nuestro Señor el q se quedaría en nuestros dientes como si fuera un pedazo de comida?..Creo q nuestro Dios merece q lo tratemos como El Dios q es.

A del 22 dijo...

Aquí he venido a para en mis busquedas...lamento leer que el Fray bloguero ya falleció hace tanto tiempo.
Pero estoy más de acuerdo con el comentario de Dra. Lz (ya del 2010) que con la opinión del difunto F. Masseo.
He aquí un enlace a las razones de porqué no debemos comulgar en la mano:http://catecismotradicional.blogspot.com.es/2012/06/leccion-16-nunca-comulgar-en-la-mano.html