jueves, 17 de enero de 2008

San Antón el de los bichos

Hoy la Iglesia hace memoria de un santo que, como San Francisco, es famoso por su relación con los animales. Hablamos de San Antonio Abad (251-356), el fundador del monaquismo, en cuya vida se mezcla lo real con la leyenda. Su patronato sobre los seres irracionales se basa en algunos episodios legendarios, como el que nos cuenta que, al ir a visitar a Pablo el Simple, anacoreta de la Tebaida, el cuervo que alimentaba a éste con un pan diario, recibió a Antonio con dos hogazas. También se cuenta que, a la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con ayuda de dos leones. Asímismo, se dice que curó de la ceguera a unos jabatos que le presentó una jabalina con mirada suplicante. Por último, habiendo sido Antonio un hombre que consiguió dominar las más fuertes tentaciones, en la iconografía tradicional se le representa con un cerdo a sus pies, como símbolo del demonio domado y sometido.
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Fueron esas leyendas las que convirtieron al abad Antonio de Egipto en un santo muy popular y relacionado con los animales. Durante muchos siglos, el día de su fiesta ha sido la ocasión para que los campesinos le encomendaran a él el oficio de bendecir sus animales domésticos: ovejas, cabras, vacas, asnos, bueyes, gallinas, conejos... Hoy, cuando, debido a la drástica disminución de la población dedicada a las tareas agrícolas y ganaderas parecía que esa devoción popular estaba condenada a desaparecer en las sociedades industrializadas, la devoción por el patrón de los animales vuelve a resucitar gracias a los animales de compañía. En muchas ciudades hoy se celebran misas que concluyen con la bendición de perros, gatos, conejitos de indias, pájaros, tortugas, poneys y otros más exóticos, como serpientes, tarántulas, camaleones, y toda clase de bichos. Pero no preguntemos a nadie por qué encomiendan sus mascotas a ese santo, pues no sabrán qué responder.
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Puesto que detrás de cada leyenda hay siempre un fondo de verdad, es posible que el fundador del monaquismo profesara algún afecto especial por los seres irracionales. Me parece, sin embargo, muy triste, que la ignorancia popular, tan amante de las fantasías y mitos, convierta en veterinario celestial a alguien como Antonio, relegando al rincón del olvido lo más importante de su vida, que fue su ejemplar conversión y su vida evangélica.
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La conversión de San Antonio Abad nos recuerda a la de Francisco de Asís. De joven perdió a sus padres, por lo que tuvo que hacerse cargo del patrimonio familiar y de su hermana más pequeña. A los 20 años oyó en la iglesia en evangelio donde Jesús dice: "Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo". Antonio decidió ponerlo en práctica a la letra. Abandonó sus riquezas, dejó a su hermana al cuidado de unas monjas, y se retiró al desierto, a llevar una vida anacoreta de contemplación y penitencia. Con el tiempo se fue extendiendo la fama de sus virtudes y pronto se convirtió en maestro para muchos, que se fueron uniendo a él, hasta formar una gran comunidad de anacoretas. La "Vita patrum" o Vida de los Padres del Desierto es una especie de florilegio que ha alimentado la espiritualidad de muchas generaciones en la Iglesia, hasta tiempos recientes, y en ella se inspiraron Francisco y sus compañeros en sus primeros años de Rivotorto y La Porciúncula.
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¡Qué triste me parece que la ignorancia popular haya convertido un testimonio tan grande de vida evangélica comprometida en una folclórica feria de los animales! ¡Qué bueno sería, en cambio, si los creyentes nos tomáramos en serio la vida, los ejemplos y las enseñanzas evangélicas de San Antonio Abad, en una época como la nuestra, en la que nos vemos sometidos, como él, a fuertes tentaciones que nos llueven de todos lados. Hoy el mundo no necesita santos-veterinarios. Lo que necesita son santos-modelos de vida auténticos, como Antonio Abad o Francisco de Asís. Santos que nos guíen por los difíciles caminos de la fe hacia la santidad perfecta.
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Que ellos nos ayuden con su intercesión, porque nosotros, animales supuestamente racionales, somos los más necesitados de sus bendiciones.

1 comentario:

King Slayer dijo...

Qué razón tienes. Ojalá puedan curarse quienes llevan a sus animales a la bendición, por mera costumbre o supertición, esperando que sean curados. Cuánta falta hacen blogs como este, que transparenten la Luz y la Verdad en medio de tanta "idolatría virtual" que hay en internet.