martes, 1 de enero de 2008

Un buen comienzo

Los católicos no empezamos el año litúrgico hoy, sino a finales de noviembre o primeros de diciembre, con el primer domingo de Adviento. Eso no significa, sin embargo, que el año nuevo no tenga nada que ver con nosotros; al contrario. Los que seguimos el llamado "calendario juliano" contamos los años a partir del nacimiento de Cristo y, por tanto, nuestro calendario es cristiano. Teóricamente, ahora estaríamos celebrando los 2008 años desde el nacimiento de Cristo, aunque sabemos que, por un error de cálculo, Cristo debió de nacer, en realidad, siete años antes, de modo que ahora, si queremos ser exactos, estaríamos en el año 2014 o 2015 de la era cristiana.

Sea como fuere, lo importante es que la Iglesia celebra con solemnidad el día de año nuevo, y nos propone dos cosas importantes: el gran misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de la Virgen María, la Madre de Dios, y la Jornada de oración por la Paz. Un gran misterio lo primero, porque el Hijo de Dios se ha dignado nacer de una mujer, para ser en todo semejante a nosotros excepto en el pecado. Jornada de la paz porque no hay nada mejor que empezar el año pidiendo al Señor que conceda al mundo el don de la paz: no una paz cualquiera, sino la paz de los corazones, esa paz que Cristo nos da y que nada ni nadie nos puede quitar.

En la liturgia de hoy se lee esta lectura del libro de los Números (6, 22-27):

El Señor habló a Moisés: Di a Aarón y a sus hijos: Esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.Palabra de Dios
.


Seguro que el texto te suena, porque es lo que muchos llaman "Bendición de San Francisco". Es que el santo de Asís le dedicó esta bendición a su compañero fray León en un momento en que éste estaba sufriendo una crisis espiritual. Yo quiero aprovechar este día para invocar y pedir al Señor que derrame su bendición abundante sobre este mundo huérfano de padre y de madre, tan necesitado de conocer el amor que Dios Padre nos ha manifestado en su Hijo Jesucristo.

Hay mucha falta de amor y de paz en este mundo porque, como decía San Francisco, "EL AMOR NO ES AMADO". El mundo ha decidido volver la espalda a su creador, renegando de él. Incluso muchos creyentes lo han abandonado, negado, traicionado. El mundo adora hoy a otros dioses que no lo son, que no pueden salvar, ni dan paz, ni nos hacen felices: dinero, sexo, poder, éxito, violencia, juego, hedonismo, materialismo... Dios Padre, sin embargo, nos sigue amando y esperando, porque sabe que, por mucho que busquemos, no vamos a encontrar otra fuente de amor ni otra paz que las que él nos ofrece gratuitamente en su Hijo Jesucristo.

Por eso imploro al Señor hoy, primer día del año, el don del amor y de la paz para el mundo entero; porque no hay otra salvación posible; porque sólo en él está nuestra esperanza; porque sólo él es capaz de convertir el desierto de este mundo en un vergel. Él lo quiere, pero, ¿lo queremos nosotros?

Ahí dejo la pregunta. Paz y bien a todos.

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